Encuentro ‘Poesía y bizcochos’

El próximo miércoles 21 de marzo celebraremos el Día de la Poesía con el Encuentro ‘Poesía y bizcochos’ de 16:30h a 17:30h, en colaboración con el centro. Hemos preparado una actividad para completar la celebración de la jornada: selecciona un poema de los que te proponemos y léelo o recítalo con nosotros.

También puedes elegir tu propio poema, o leer uno que hayas escrito tú.

Gloria Fuertes

MI CARA

En mi cara redondita

tengo ojos y nariz,

y también una boquita

para hablar y para reír.

 

Con mis ojos veo todo,

con la nariz hago achís,

con mi boca como como

palomitas de maíz

 

EN EL ÁRBOL DE MI PECHO

En el árbol de mi pecho

hay un pájaro encarnado.

Cuando te veo se asusta,

aletea, lanza saltos.

 

En el árbol de mi pecho

hay un pájaro encarnado.

Cuando te veo se asusta,

¡eres un espantapájaros!

Gabriela Mistral

CARICIA

Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar…

Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar…

Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar…

El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.

Los ojitos que me diste
me los tengo de gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar…

CORDERITO

Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.

Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.

Me olvidé del mundo
y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.

Y sé de mí sólo
que en mí te recuestas.
Tu fiesta, hijo mío,
apagó las fiestas.

 

 

Federico García Lorca

 EL LAGARTO ESTÁ LLORANDO

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay cómo lloran y lloran,
¡ay!, ¡ ay!, cómo están llorando!

MARIPOSA

Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!…
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!…
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?

 

Antonio Machado

PROVERBIOS Y CANTARES XXIX

Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace el camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar.

 

PARÁBOLAS I

Era un niño que soñaba

un caballo de cartón.

Abrió los ojos el niño

y el caballito no vio.

Con un caballito blanco

el niño volvió a soñar;

y por la crin lo cogía…

¡Ahora no te escaparás!

Apenas lo hubo cogido,

el niño se despertó.

Tenía el puño cerrado.

¡El caballito voló!

 

Jorge Guillén

LAS DOCE EN EL RELOJ

Dije: Todo ya pleno.

Un álamo vibró.

Las hojas plateadas

Sonaron con amor.

Los verdes eran grises,

El amor era sol.

Entonces, mediodía,

Un pájaro sumió

Su cantar en el viento

Con tal adoración

Que se sintió cantada

Bajo el viento la flor

Crecida entre las mieses,

Más altas. Era yo,

Centro en aquel instante

De tanto alrededor,

Quien lo veía todo

Completo para un dios.

Dije: Todo, completo.

¡Las doce en el reloj!

 

Mario Benedetti

BOTELLA AL MAR

Pongo estos seis versos en mi botella al mar

con el secreto designio de que algún día

llegue a una playa casi desierta

y un niño la encuentre y la destape

y en lugar de versos extraiga piedritas

y socorros y alertas y caracoles.

 

Rafael Alberti

SE EQUIVOCÓ LA PALOMA

Se equivocó la paloma,

se equivocaba.

Por ir al norte fue al sur,

creyó que el trigo era el agua.

Creyó que el mar era el cielo

que la noche la mañana.

Que las estrellas rocío,

que la calor la nevada.

Que tu falda era tu blusa,

que tu corazón su casa.

(Ella se durmió en la orilla,

tú en la cumbre de una rama.)

 

Luisa Castro

LA CAÍDA

Las montañas cristalizan en mil años

y el mar gana un centímetro a la tierra

cada dos milenios,

horada el viento la roca

en cuatro siglos

y la lluvia,

también la lluvia se toma su tiempo para caer.

 

Se paciente, con mi corazón

que suspira por una obra duradera.

Como el viento,

como la lluvia,

también mi corazón

se toma su tiempo para caer.

 

MI MADRE TRABAJA EN UNA FÁBRICA DE CONSERVAS

Mi madre trabaja en una fábrica de conservas.

Un día mi madre me dijo:

el amor es una sardina en lata. ¿Tú sabes

cómo se preparan las conservas

en lata?

Un día mi madre me dijo: el amor es una obra de arte

en lata.

Hija,

¿sabes de dónde vienes? Vienes

de un vivero de mejillones

en lata. Detrás de la fábrica, donde se pudren

las conchas

y las cajas de pescado. Un olor imposible, un azul

que no vale. De allí vienes.

¡Ah!, dije yo, entonces soy la hija del mar.

No.

eres la hija de un día de descanso.

¡Ah!, dije yo,

soy la hija de la hora del bocadillo.

Sí, detrás, entre las cosas que no valen.

 

José Martí

CULTIVO UNA ROSA BLANCA

Cultivo una rosa blanca

en junio como enero

para el amigo sincero

que me da su mano franca.

 

Y para el cruel que me arranca

el corazón con que vivo,

cardo ni ortiga cultivo;

cultivo la rosa blanca.

  

Antonio García Teijeiro

De ola en ola,

de rama en rama,

el viento silba

cada mañana.

De sol a sol,

de luna a luna,

la madre mece,

mece la cuna.

Esté en la playa

o esté en el puerto,

la barca mía

la lleva el viento.

 

EN UN TROZO DE PAPEL

En un trozo de papel
con un simple lapicero
yo tracé una escalerita,
tachonada de luceros.

Hermosas estrellas de oro.
De plata no había ninguna.
Yo quería una escalera
para subir a la Luna.

Para a subir a la Luna
y secarle sus ojitos,
no me valen los luceros,
como humildes peldañitos.

¿Será porque son dorados
en un cielo azul añil?
Sólo sé que no me sirven
para llegar hasta allí.

Estrellitas y luceros,
pintados con mucho amor,
¡quiero subir a la Luna
y llenarla de color!

 

Luis García Montero

DEDICATORIA

Si alguna vez la vida te maltrata,

acuérdate de mí,

que no puede cansarse de esperar

aquel que no se cansa de mirarte.

 

Rocío Arana

COMO EN MI PROPIA CASA

Aquí llega mi madre

felizmente

cansada

con su tacto de agua

con sus ojos

de fruta

y con esa sonrisa

que despierta

castillos medievales

aquí llega mi padre con los años

latiendo

como pájaros

como si no tuvieran

peso alguno

viene

trayendo

el viento en las pupilas

viene

con la cartera

trabajosa

los ojos fulgurantes

como un niño

lo mismo

que un niño que regresa

del colegio

y sueña que es mayor

calvo

filósofo

y con una mujer

que despierta castillos

medievales

 

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMAS

Rima XXI

¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul,

¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?

Poesía… eres tú.

 

RIMA XXIII

Por una mirada, un mundo;

por una sonrisa, un cielo;

por un beso… ¡Yo no sé

qué te diera por un beso!

 

Rubén Darío

A MARGARITA DEBAYLE
(Seleccionar un fragmento para la lectura)

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!…
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

* * *

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

 

 

SONATINA

(Seleccionar un fragmento para la lectura)

 

La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
(La princesa está pálida. La princesa está triste.)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

 

 

 

José de Espronceda

CANCIÓN DEL PIRATA

(Seleccionar un fragmento para la lectura)

 

 

Con diez cañones por banda,

viento en popa a toda vela,

no corta el mar, sino vuela

un velero bergantín;

 

bajel pirata que llaman,

por su bravura, el Temido,

en todo mar conocido

del uno al otro confín.

 

La luna en el mar riela,

en la lona gime el viento

y alza en blando movimiento

olas de plata y azul;

 

y va el capitán pirata,

cantando alegre en la popa,

Asia a un lado, al otro Europa,

y allá a su frente Estambul;

 

Navega velero mío,

sin temor,

que ni enemigo navío,

ni tormenta, ni bonanza,

tu rumbo a torcer alcanza,

ni a sujetar tu valor.

 

Veinte presas

hemos hecho

a despecho,

del inglés,

 

y han rendido

sus pendones

cien naciones

a mis pies.

 

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.

 

Allá muevan feroz guerra

ciegos reyes

por un palmo más de tierra,

que yo tengo aquí por mío

cuanto abarca el mar bravío,

a quien nadie impuso leyes.

 

Y no hay playa

sea cualquiera,

ni bandera

de esplendor,

 

que no sienta

mi derecho

y dé pecho

a mi valor.

 

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.

 

A la voz de ¡barco viene!

es de ver

cómo vira y se previene

a todo trapo a escapar:

que yo soy el rey del mar,

y mi furia es de temer.

 

En las presas

yo divido

lo cogido

por igual:

 

sólo quiero

por riqueza

la belleza

sin rival.

 

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.

 

¡Sentenciado estoy a muerte!;

yo me río;

no me abandone la suerte,

y al mismo que me condena,

colgaré de alguna entena

quizá en su propio navío.

 

Y si caigo

¿qué es la vida?

Por perdida

ya la di,

 

cuando el yugo

de un esclavo

como un bravo

sacudí.

 

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.

 

Son mi música mejor

aquilones

el estrépito y temblor

de los cables sacudidos,

del negro mar los bramidos

y el rugir de mis cañones.

 

Y del trueno

al son violento,

y del viento

al rebramar,

 

yo me duermo

sosegado

arrullado

por el mar.

 

Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar».

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